domingo, 8 de agosto de 2010

Quince días (hasta pronto)

Quizás la felicidad absoluta no es posible a partir de cierta edad, quizás ni eso. Nunca me he sentido como ahora - no sé si tengo la cabeza demasiada llena o demasiado vacía: en cualquiera de las hipótesis, me voy a conceder quince días.



Durante quince días, estaré justo enfrente de lo que se ve en la foto. Allí intentaré reconstruirme a partir de mis seres queridos, para darles cuanto soy, para rendirme cada día a sus pies.

Durante quince días, volveré a escuchar las palabras que me quieran traer la tramontana, la lluvia y el mar.

Durante quince días, volveré a soñar que sueño, e intentaré recordar quién soy.

Durante quince días, volveré a observar cómo me observan las estrellas de día y de noche.

Durante quince días, intentaré acordarme del nombre de los silencios, y de los espacios.

Quince días para decidir si merece la pena.


Os dejo con una poesía que habría podido escribir ayer, de saber escribir poesía.

LA MANO – Leopoldo de Luis

Toca mi mano. Apenas es un guante
para el amor y la desesperanza,
apenas en las cosas se afianza,
apenas palpa todo un breve instante.

Toca en mi mano esta sombría tela
para el ansia de asir tanta derrota,
apenas es una tenaza rota,
apenas una rosa que se hiela.

Toca mi mano enjuta de aire triste.
Por las llaves del tiempo aún se desliza
con ademán ansioso de herramienta.

Apenas es ya fragua que resiste
y debajo del guante de ceniza
oculta el hueso su amarilla afrenta.



Os dejo con la música que habría escrito ayer, de saber escribir música.





Hasta pronto. O hasta nunca: ya veremos.

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