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sábado, 20 de febrero de 2010

La muerte no existe




Aquí estoy otra vez, ante el cuadro más bello del mundo. Como siempre, sin palabras y con un nudo en la garganta.

Ha salido el sol y las luces amarillas se filtran por la ventana del Mauritshaus: la Mujer de la Perla se ilumina, gira la cabeza y me mira – y no puedo contener las lágrimas. Me acuerdo de los versos queridos (alguna vez de un costado de la luna / verás caer los besos que brillan en mí / las sombras sonreirán altivas / luciendo el secreto que gime vagando / vendrán las hojas impávidas que / algún día fueron lo que mis ojos / vendrán las mustias fragancias que / innatas descendieron del alado son / vendrán las rojas alegrías que / burbujean intensas en el sol que / redondea las armonías equidistantes en / el humo danzante de la pipa de mi amor), y mientras lloro en silencio, Montserrat Caballé porta una rama del muérdago sagrado en su mano izquierda mientras dirige su plegaria a la Luna: Casta Diva.





Después, la escena queda vacía y - un instante antes de volver al mundo- me doy cuenta de que Vicente Ferrer tenía razón cuando decía que la muerte no existe.

Que tengáis un buen día. Mañana dormiré en casa, y volveré a respirar el sol del Mediterráneo -- tan diferente al de aquí.

sábado, 7 de junio de 2008

Vermeer y la luz


Estoy en Amsterdam. Al salir del aeropuerto de Schipol y subirte al taxi tienes la sensación de no haber dejado del todo el cielo. Cuando se ve el sol (que no es a menudo), o bien las nubes están bajas, muy bajas; o bien no están, y entonces el cielo está alto, muy alto. Como dice su nombre, son tierras bajas, la mayoría bajo el nivel del mar. El mar y la luz diferencian esta tierra. Cuando deja de llover, el aire es prístino y el cielo tiene una increible claridad.

La luz aquí es especial, desde luego. Es una luz azul y brillante, la misma que captó Vermeer en sus cuadros. Se parece a la luz del desierto, pero aquélla es más dorada y ésta es más azul, intuyo que tiene que ver con las partículas microscópicas de arena en suspensión en el aire allí y de agua aquí.

Estoy en La Haya, delante del cuadro más bonito del mundo, la Mujer de la Perla. Siempre que estoy por aquí y tengo la ocasión me acerco. La fotografía que os cuelgo no capta la exquisita manera que tiene Vermeer de captar la luz. Sólo la perla de la mujer es en sí ya una oda a la luz. Sin palabras me quedo, y sin palabras me quedaré cada vez que vea a esta mujer, que parece girar la cabeza hacia mi como respuesta a una pregunta que no le he hecho.

Llevo el MP3 en modo "aleatorio" y Tom Waits canta "Christmas Card from a Hooker in Minneapolis". La vida es una suma de momentos, y en este momento soy inmensamente feliz, tanto que rompo a llorar. Miro a mi alrededor y resulta que estoy solo en la sala.



No me gusta dar consejos, pero si pasáis por Holanda, no dejéis de acercaros a La Haya a ver este cuadro.

Hoy os regalo poesía cubana en forma de declaración de principios.

QUIERO - Andrés Pena

Quiero convertirme en flor
y estar entre tus manos,
que me huelas,
y en vez de darte mi olor sentir tu aroma.

Quiero convertirme en viento y acariciar tu pelo,
quiero ser aire para que me respires,
agua para que me bebas
y calmando tu sed, calmar la mía.

Quiero ser sueño para dormir contigo,
quiero ser luz para alumbrarte,
camino para que me andes,
futuro para que me esperes
y esperanza para ser lo último que pierdas.

Quiero ser puerto y que seas la barca que atraca en mí,
quiero ser nube y flotar en el cielo que seas tú.
Quiero ser vida para que me vivas y vivir en tí,
quiero ser muerte para morir contigo.

Quiero, en fin, que quieras que te quiera
y poder entonces quererte como quiero.
Quiero quererte, sólo eso...



Que tengáis un muy buen día.