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martes, 9 de diciembre de 2008

Razones: miles




Hemos tenido que posponer (que no cancelar) el tan soñado viaje, ya me voy reponiendo; éstos que vivo son días de ilusiones partidas, demasiado trabajo y corazones muy próximos rotos. No me quejo (ya). Razones, miles. Por ejemplo, que leo este poema y pienso que hace tan sólo unas horas he sentido cómo me pasaba el amor de parte a parte – en el sentido más literal.

HOY ME PASA EL AMOR… (Antonio Gala)

Hoy me pasa el amor de parte a parte.
Temo encontrarte y no reconocerte.
Temo extender la mano y no tocarte.
Temo girar los ojos y no verte.
Temo gritar tu nombre y no nombrarte...

Temo estar caminando por la muerte.


Es martes, pero como si fuera lunes, así que vamos a empezar la semana con palabras mayores: suena el “Et Incarnatus est” de la Gran Misa en do menor de Mozart en la voz de Barbara Bonney, bajo la cuidadísima batuta (sobretodo en el tempo) de Sir John Eliot Gardiner.




La foto del mono está tomada en las murallas del Fuerte Jaigarh, a unos 15 km de Jaipur (Rajastán). Ya falta menos.

Que tengáis una gran semana.

lunes, 7 de julio de 2008

Besa la espina

Es lunes, así que os regalo una joya del mejor poeta vivo de nuestro país.

VOY A HACERTE FELIZ (Antonio Gala)

Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto
que le pondrás mi nombre a la tristeza.
Mal contrastada, en tu balanza empieza
la caricia a valer menos que el llanto.

Cuánto me vas a enriquecer y cuánto
te vas a avergonzar de tu pobreza,
cuando aprendas -a solas- qué belleza
tiene la cara amarga del encanto.

Para ser tan feliz como yo he sido,
besa la espina, tiembla ante la rosa,
bendice con el labio malherido,
juégate entero contra cualquier cosa.

Yo entero me jugué. Ya me he perdido.
Mira si mi venganza es generosa.


Otra joya: Vladimir Horowitz tocando el preludio en re bemol mayor al que se le suele llamar "gotas de lluvia". Dicen las crónicas que cuando Chopin y Georges Sand llegaron a la Cartuja de Valldemossa, llovió ininterrumpidamente durante dos meses, los mismos que tardó el piano del pobre Chopin en hacer el trayecto desde Paris a Mallorca. Cuando al fin le llegó su piano, Chopin trasladó a la partitura el repiqueteo de la lluvia sobre el tejado de la Cartuja que tanto le había obsesionado a modo de terapia: no sé si es verdad, pero es plausible.



La pieza no es de una especial dificultad técnica, lo que es dificilísimo para un mortal es interpretarla como lo hace Horowitz, primero hay que saberse perfectamente la pieza, claro; pero luego viene lo extraordinario, el cerrar los ojos, el usar el pedal con mucha mesura, el sentir como la música te inunda y te llega muy dentro, y el dejar que el corazón y las entrañas te vayan guiando los dedos por las teclas; cuando tocas así, no buscas el tempo sino que lo encuentras.

Y eso es lo que hacía Horowitz, huir de la interpretación efectista e interpretar con alma y sinceridad. Como tiene que ser.

Primer encierro de los Sanfermines. Demasiada gente, pero tres o cuatro carreras de las bonitas de verdad en Estafeta.

Que tengáis una buena semana.

domingo, 22 de junio de 2008

Revocar el mandato de ser (qué bien huele el aire de la noche)

Llevo currando lo que llevamos de fin de semana, y lo que me queda. Necesito aire, así que me voy a regalar a Claudio Abbado en su mejor momento (1982) al frente de la London Symphony Orchestra y de de ni más ni menos que de Jessye Norman (mezzo), Margaret Price (soprano), Josep Carreras (tenor) y Ruggero Raimondi (bajo), interpretando el "Offertorio" del Requiem de Verdi:



Subid el volumen sin miedo, cerrad los ojos e imaginad que estáis ahí, y flotad.


El DVD está descatalogado en España pero disponible en Amazon por si os lo queréis comprar.






Y de acompañamiento, poesía de la buena: qué bien (d)escribe este hombre.


ALARGABA LA MANO Y TE TOCABA… (Antonio Gala)

Alargaba la mano y te tocaba.
Te tocaba: rozaba tu frontera,
el suave sitio donde tú terminas,
sólo míos el aire y mi ternura.

Tú moras en lugares indecibles,
indescifrable mar, lejana luz
que no puede apresarse.

Te me escapabas, de cristal y aroma,
por el aire, que entraba y que salía,
dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,
en el dintel de siempre, prisionero de la celda exterior.

La libertad hubiera sido herir tu pensamiento,
trasponer el umbral de tu mirada, ser tú, ser tú de otra manera.
Abrirte, como una flor, la infancia , y aspirar su esencia y devorarla.
Hacer comunes humo y piedra.

Revocar el mandato de ser. Entrar.
Entrarnos uno en el otro.
Trasponer los últimos límites.
Reunirnos...

Alargaba la mano y te tocaba.
Tú mirabas la luz y la gavilla.
Eras luz y gavilla, plenitud
en ti misma, rotunda como el mundo.

Caricias no valían, ni cuchillos,
ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,
sonriente, apartada, eterna tú.
Y yo, eterno, apartado, sonriente,
remitiéndote pactos inservibles, alianzas de cera.

Todo estuvo de nuestra parte, pero
cuál era nuestra parte, el punto
de coincidencia, el tacto
que pudo ser llamado sólo nuestro.

Una voz, en la calle, llama y otra
le responde. Dos manos se entrelazan.
Uno en otro, los labios se acomodan;
los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,
se abate, emperador de los encuentros.

¿Esto era amor? La soledad no sabe qué responder: persiste, tiembla, anhela destruirse.
Impaciente se derrama en las manos ofrecidas.
Una voz en la calle....Cuánto olor,cuánto escenario para nada. Miro
tus ojos. Yo miro los ojos tuyos; tú, los míos: ¿esto se llama amor?

Permanecemos. Sí, permanecemos
no indiferentes, pero diferentes. Somos tú y yo: los dos, desde la orilla
de la corriente, solos, desvalidos, la piel alzada como un muro, solos
tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.

Idénticos en todo,
sólo en amor distintos.
La tristeza, sedosa, nos envuelve
como una niebla: ése es el lazo único;
ésa la patria en que nos encontramos.

Por fin te identifico con mis huesos
en el candor de la desesperanza.
Aquí estamos nosotros: desvaídos
los dos, borrados, más difíciles,
a punto de no ser....¿Amor es esto?

¿Acaso amor es esta no existencia de tanto ser?
¿Es este desvivirse por vivir?
Ya desangrado de mí, ya inmóvil en ti, ya alterado, el recuerdo se reanuda.
Se reanuda la inútil existencia...
Y alargaba la mano y te tocaba.





Mucho mejor ahora, qué bien huele el aire de la noche; ójala os sintáis la mitad de bien que yo.

Buen fin de semana a todos.