Ya han pasado lo que solemos llamar "las fiestas", con cierto alivio constato que volvemos a la rutina y también a tener (algo de) tiempo para soñar sin dormir. Ayer por la mañana se produjo el siguiente diálogo:
Hijo - Papá, cuando sea mayor no quiero casarme con nadie. Prefiero quedarme a vivir contigo y cuidarte.
Padre (sonriendo) - Me parece muy bien, guapo, aunque...
Hijo - Y cuando te mueras...
Padre - ...()...
Hijo - ...querré morirme contigo. Porque no quiero dejarte solo, quiero estar siempre contigo.
Así es mi príncipe, el que hace unos meses en la serenidad de los minutos lentos del mes de agosto me decía con los ojos que tenía miedo a vivir, el que me mira a los ojos y me obliga a ser mejor persona para parecerme a la imagen que tiene de su padre, esa persona tan especial por el que sin dudarlo ni una fracción de segundo daría mi vida.
En su honor, el contratenor Philippe Jaroussky canta el aria "Vedrò con mio diletto" de la ópera Il Giustino de Antonio Vivaldi (Vedrò con mio diletto / l'alma dell'alma mia, / dell'alma mia, / Il core del mio cor, / pien di contento, / pien di contento / E se del caro oggetto / lungi convien che sia, / sospirero penando / ogni momento. ...). La calidad de la grabación no es desde luego ejemplar, pero es la mejor interpretación de este aria que he encontrado en youtube - dejad lo que estéis haciendo, subid sin miedo el volumen de los altavoces, cerrad los ojos y pensad en algún ser querido.
También en honor de mi príncipe, dos de las SIETE CANTIGAS DE MÁS ALLÁ, de José Ángel Valente.
II Anhelo.
El verbo crea el movimiento
de la luz en el fondo
de las amargas aguas.
Mañana,
no poses todavía
tus pájaros dorados
sobre mi pecho herido.
IV El verbo.
Recomponer el mundo
para ir añadiendo
sobre una muerte otra
hasta alcanzar el tiempo
que se va por el ojo
de la luz del puente.
Banderas sumergidas.
Noche
y soledad.
Palpita el verbo.
Hay cosas de las que no podemos huir. Del dolor, por ejemplo. Del amor, también. De la vida sí, de la muerte no. Vivimos cada día -instinto de supervivencia, intuyo- confiando en que mañana veremos otra vez el sol, pero pienso que podría morir ahora mismo, mientras tecleo esta entrada. Si fuera así, esta mañana le habría dado el último beso a mi príncipe. Si fuera así, esta mañana habría sido la última vez que le habría dicho: te quiero; no lo pensaba cuando lo he hecho, lo hago a diario, supongo que no es sino un gesto egoísta que persigue calentarse con el brillo de sus ojos, algo cercano -de nuevo- al instinto de supervivencia.
Si fuera así, un segundo antes de cerrar los ojos para siempre me arrepentiría de no haber dicho o hecho un par de cosas esta mañana. A ver si no me pasa más.
Que tengáis un buen día. Que soñéis mucho sin dormir.
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miércoles, 7 de enero de 2009
lunes, 14 de julio de 2008
Carpe Diem

Hoy me recuerda mi padre que hace ya tres años que le cambiaron la cadera. Ese día yo estaba en La Haya viendo mi cuadro favorito, el que tenéis arriba a la derecha. Ha llovido mucho desde entonces, y para bien.
Recuerdo haber leído hace muchos años que a medida que avanza la vida el tiempo discurre de manera similar a como baja el indicador del nivel del depósito de gasolina de un coche a medida que pasan los kilómetros; recién llenado el depósito, la aguja baja muy lentamente, de hecho a menudo no parece bajar durante los primeros 50 o 100 kilómetros. A mitad de depósito, nos extrañamos de lo rápido que baja; y tras señalar la señal de un cuarto de depósito, de lo poco que tarda en iluminarse el piloto. También es cierto que luego estiras y estiras, y parece que no, pero todavía te queda para hacer muchos kilómetros
El coche gasta más, claro está, cuando va alto de revoluciones; y no digamos si va pasado de vueltas. También gasta mucho cuando estamos parados en un atasco, y en ambas situaciones no nos acabamos de encontrar a gusto.
Cuando menos gasta en cuando vas enlazado curvas y rectas, cambiando suave, acelerando cuando conviene y sin frenadas bruscas, subiendo y bajando peraltes, llegando a veces al amarillo en el cuentavueltas pero no al rojo, o no a menudo. Cuando le dejas que conduzca y te limitas a cambiar marchas, jugar con los pedales y acariciar el volante
Durante años jugué al juego del carpe diem a mi manera, como todos; la mía venía a consistir en comerse la vida a cada instante -sin preocuparse de la gasolina, ni del coche. Ahora juego a ese juego de otra manera, más pausada. No ahorro pero tampoco malgasto gasolina. Me dejo llevar pero sin dejarme, siguiendo la máxima de Goytisolo cuando dice en sus palabras para julia aquello de “Nunca te entregues ni te apartes / junto al camino, nunca digas / no puedo más y aquí me quedo.”
No quiero que se detenga el tiempo, y sí la quietud para saborear la vida a cada kilómetro. Ya se parará el coche, todos se pararán algún día. Sin prisa. Sin pausa. Como en los versos de Valente: no quiero tener sino tender.
EL AMOR ESTÁ EN LO QUE TENDEMOS (José Angel Valente)
El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras).
El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).
Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.
El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).
En cuanto recogemos y sembramos
(hijos, futuro).
Y en las ruinas de lo que abatimos
(desposesión, mentira)
por verdadero amor.
Me encanta la manera que tiene (tenía, se le acabó el depósito hace ya ocho años) Valente de saltar de palabra en palabra, esa especial de manera de descontaminarse de los discursos dominantes para buscar la interacción entre su experiencia interior y los ritmos de sus versos -como vehículos de comunicación.
Y me encanta la manera que tiene John Williams de tocar esta pieza de la Suite Española de Isaac Albéniz. Si tocar a dos manos una guitarra ya tiene su qué, tocar así no me imagino lo que debe ser.
Último encierro de los Sanfermines. No sé qué les dan de comer este año a los toros, pero nunca los había visto tan rápidos y tan atropellados. Lástima, porque había poca gente y mucho sitio, qué envidia. Cuando ha caído el único toro negro en Estafeta, se han visto carreras preciosas. Al final, los ángeles de cada día pasándose por Telefónica, hoy he visto bastantes menos. Hasta el año que viene.
Que tengáis un buen día.
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Reflexiones
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