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martes, 21 de octubre de 2008

Nunca mi lejanía...

Hoy os traigo otra maravilla del leonés Julio Llamazares en esa faceta suya de poeta. Es de la obra "La lentitud de los bueyes", editada en 1979.




Hay racimos de soledad en tus manos... – Julio Llamazares

Hay racimos de soledad en tus manos, desposesiones más antiguas que la sangre.
Huyen los años de tus ojos como bandadas de cometas por las plazas maduras. (Sólo quedan los bueyes rumiando su tristeza.)
Has conocido, entre gavillas de silencio, el sabor amarillo de mis pasos, el humo indescifrable de las brasas sin tiempo.
Nunca mi lejanía se amasó con barro, pero puse en tu boca las yemas más quemadas y los besos más lentos. Nunca mi lejanía se espesó hasta tu cuerpo.
Como una fuente vieja, azul desde su olvido, arrinconaste el miedo en arcas inviolables.
Ni siquiera el dolor estalla entre tus labios. Ni siquiera la antigua, la salada tristeza de mis besos.



Llevo dos días leyendo estos versos, y todavía no salgo de mi asombro – Dios mío, cómo escribe este hombre ("Nunca mi lejanía se espesó hasta tu cuerpo" ¡!). Enlazan estos versos, casi encajan como piezas de puzzle, con aquella maravillosa presentación que nos hace Llamazares de sí mismo cuando se define por ascendencia diciendo aquello de "Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad / cuando perdió sus ganados y sus pastos. Durante mucho tiempo mis antepasados cuidaron sus / rebaños en la región donde se espesan el silencio y la retama. Y no tuvieron otro dios que su existencia / ni otra memoria que el olvido."


De fondo, suena el el aria “Mon coeur s'ouvre a ta voix” (mi corazón se abre a tu voz) de la ópera Samson et Dalila, de Charles Camille Saint-Saëns (1835-1921). El 30 de octubre viene Jessye Norman al Auditori de Barcelona y es uno de los temas que ha escogido en el programa. Ojalá se aproxime a la grabación que os subo, con la voz de la Callas; ya os contaré.




Que tengáis un buen día.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¿Quién atardece junto a mi corazón helado?

Hoy he leido por primera vez poesía de Julio Llamazares. Le conocía por sus novelas, pero no sabía que hubiera escrito poesía. Ésta es de su “Memoria de la Nieve” de 1982; me parece portentosa.

30. ¿Qué espero aún de la espiral del tiempo...? (Julio Llamazares)

¿Qué espero aún de la espiral del tiempo, de esos cuernos epílogos
que suenan en los bosques?

¿Quién atardece junto a mi corazón helado?

Por el paisaje gris de mi memoria, cruzan arrieros sin retorno, pastores y alfareros
olvidados, bardos ahogados en el miedo lacustre de sus propias leyendas.

Solo estoy, en esta noche última, coronado de cierzo y flores muertas.

Solo estoy, en esta noche última, como un toro de nieve que brama a las estrellas.


Leo solo esta noche la referencia a la última noche en soledad del poema mientras suena el “Stabat Mater” de Pergolesi; es de ese tipo de música que apetece escuchar a la luz de una, como mucho dos velas. Y, como ocurre con el réquiem de Mozart, una obra escrita por encargo y compuesta en las últimas semanas de vida del autor -en el caso de Pergolesi, con veintiséis años de edad (¡!).



En la versión que os cuelgo, cantan Andreas Scholl y Barbara Bonney. Es diferente a las versiones que suelen circular, donde cantan dos mujeres – de éstas, me gusta especialmente el que tengo en casa, en versión de Mireia Freni y Teresa Berganza (a vuestra derecha). Si no lo tenéis, ya sabéis.



Si estáis en la cama, que soñéis con los angelitos. Y si no, también.