miércoles, 30 de diciembre de 2009

Más himnos (despidiendo el año) (2)



En este mismo instante - José Agustín Goytisolo

En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?
Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio. ¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.



Hoy no cabe más en este post. Feliz día.

martes, 29 de diciembre de 2009

Más himnos (despidiendo el año) (1)




Caminos del espejo - Alejandra Pizarnik

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo? Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.


Mucho mejor así. Adentro el viento. Que tengáis un gran día.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Himnos (despidiendo el año)




En... - Paloma Palao

En
la larga desolación, de que la luna
se tienda sobre mi corazón, aunque yo no lo quiera,
de que el pez
se agarre a mi voz, sin que yo pueda
mover una sola de mis intenciones, atada
para siempre
a una mesa, a la mesa
de un cuarto vacío; en esta larga desolación
me permito
alguna locura, de cuando en vez,
luna quieta,
que se agarra a mi ventana, que quiere
abrir mi corazón, mi puerta, la llaga
la llaga de luz que se ambiciona; la agobiante
asfixia
de entreabrir
esa puerta y ver a alguien, alguien
que no soy yo -pero que finge serlo-
atada a una mesa, en un cuarto vacío,
mientras me ponen una inyección para sobrevivir,
mientras la luna se pasea
por el fondo verde de mi corazón
y
mientras alguien, alguien que no soy yo, entreabre
esa puerta que da
a
una habitación,
a
un cuarto oscuro, oscuridad
que se niega a comprender, mientras
la luna
corre
por entre la oscuridad de aquel cuarto
vacío,
de aquel cuarto, entreabierto, con estantes
llenos de luz -llagas abiertas- que se consuman
en un sacrificio -que no ha sido pedido-,
en ese cuarto, donde alguien,
-que no es aquella que no soy yo-,
finge dolerse, de una llaga
que no da luz, ni se ambiciona.



Así da gusto. Feliz día.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Sí, quiero (t'estim)



Hoy hace once años: maravilloso milagro, el de saber que amas y que quieres pasear por la vida de la mano de alguien, y compartir tu vida con ese alguien y sólo con ese alguien. Maravilloso regalo en tiempos de dudas el de de tener la certeza de que no te equivocas.

Durante años dejé de llevar mi alianza; hoy no sé salir a la calle sin ella. Sorpresas te da la vida, dice la canción.

Ya te lo dije una vez, por si acaso lo repito: creo en el Cielo, y si tengo que escoger entre otra vida y el Cielo, escojo el Cielo; salvo que estés tú en esa otra vida. Y si tengo que escoger entre estar contigo - aquí o donde sea, en esta vida o en otra - y el Cielo, entonces no puedo escoger el Cielo. La razón: que me pasa lo que a Antonio Vega cuando canta esta canción, que me emociono simplemente de pensar en ti.





Mi única Diosa: tú. Mi único miedo: perderte. Mi único deseo: más vida para quereros y para seguir saciando contigo mi hambre de vida, de música, y de poesía - como ésta que te dedico, que me dedico, que nos dedico.

POESÍA – Pedro Salinas

¿Tú sabes lo que eres
de mí?
¿Sabes tú el nombre?
No es el que todos te llaman,
esa palabra usada
que se dicen las gentes,
si besan o se quieren,
porque ya se lo han dicho
otros que se besaron.

Yo no lo sé, lo digo,
se me asoma a los labios
como una aurora virgen
de la que no soy dueño.
Tú tampoco lo sabes,
lo oyes. Y lo recibe
tu oído igual que el silencio
que nos llega hasta el alma,
sin saber de qué ausencias
de ruidos está hecho.

¿Son letras, son sonidos?
Es mucho más antiguo.
Lengua de paraíso,
sanes primeros, vírgenes
tanteos de los labios,
cuando, antes de los números,
en el aire del mundo
se estrenaban los nombres
de los gozos primeros.

Que se olvidaban luego
para llamarlo todo
de otro modo al hacerlo
otra vez nuevo son
para el júbilo nuevo.
En ese paraíso
de los tiempos del alma,
allí, en el más antiguo,
es donde está tu nombre.

Y aunque yo te lo llamo
en mi vida, a tu vida,
con mi boca, a tu oído,
en esta realidad,
como él no deja huella
en memoria ni en signo,
y apenas lo percibes,
nítido y momentáneo,
a su cielo se vuelve
todo alado de olvido,
dicho parece en sueños,
sólo en sueños oído.

Y así, lo que tú quieres,
cuando yo te lo diga
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decírtelo.
Porque ni tú ni yo
conocemos su nombre
que sobre mi desciende,
pasajero de labios,
huésped
fugaz de los oídos
cuando desde mi alma
lo sientes en la tuya,
sin poderlo aprender,
sin saberlo yo mismo.


Hoy sigo diciendo sí, quiero. Hoy sigo diciendo: t’estim. Que (nos) dure.

jueves, 10 de diciembre de 2009

La lucha de los lobos


Hoy el jefe me ha hecho llegar una historia que me ha gustado, os la reproduzco - muchas gracias, jefe.

La historia cuenta que un viejo indio estaba sentado por la noche con sus nietos, y les decía:

- Una gran lucha está ocurriendo dentro de mi. Es entre dos lobos.

Uno de los lobos es el resentimiento, la envidia, la avaricia, la mentira, el egoísmo, el rencor y la ira. El otro es la alegría, la humildad, la bondad, la esperanza, la compasión, la serenidad, la sinceridad y la generosidad.


Y añadió:

- Esa misma lucha está ocurriendo dentro de vosotros, y de todos los hombres y mujeres de la tierra.

Los nietos le preguntaron:

- ¿Y quién ganará, abuelo?

Y el abuelo repondió:

- Ganará siempre el lobo que alimentéis.

La grandísima Nina Simone nos canta esa maravilla de canción que es Wild is the Wind -




Que tengáis un buen día.

martes, 8 de diciembre de 2009

Divagaciones y desvaríos de un martes festivo cualquiera

Conforme pasan los años, me reafirmo en una convicción antigua que empezó siendo una intuición, y es que la única búsqueda que tiene sentido es la de la verdad. Le ponemos muchos nombres (yo, Dios, dios, alma, sentido de la vida), pero al final es todo lo mismo, quieras o no acabas allí. Recuerdo leer cada día el versículo del Evangelio de Juan en aquel arco del colegio al que íbamos el año que vivimos en Madrid, aquel en que un día como hoy un descerebrado mataba a John Lennon; la inscripción en el arco decía "La verdad os hará libres (Juan 8:32)"; imagino que os es familiar a los que habéis ido a un colegio de curas o monjas.

Luego, al leer en el Evangelio el versículo completo ('Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres'), me pareció que la cita aislada era falaz porque el Evangelio no se refiere a la verdad mas que como un sinónimo de una determinada doctrina y un antónimo de las demás. Empezaba a descubrir los tonos grises, unos más blancos que negros y otros más negros que blancos.

Pero poco más tarde, en el mismo colegio nos leyeron una frase de Unamuno que venía a decir que la verdad es la única necesidad incondicional del hombre. Han pasado casi treinta años, y siempre vuelvo a esa idea, a esa búsqueda de mi verdad, de mis verdades; de la misma manera que siempre vuelvo a Salinas -- hoy me he tropezado con estos maravillosos versos:

Aún tengo en el oído
tu voz, cuando me dijo:
"No te vayas". Y ellas,
tus tres palabras últimas,
van hablando conmigo
sin cesar, me contestan

a lo que preguntó
mi vida el primer día.


Impresionante final ("..., me contestan a lo que preguntó mi vida el primer día"), ¿verdad?. Preguntar a la vida, y dejar que la vida nos pregunte.

Supongo que van por ahí los tiros: amoldar la inteligencia a los sentimientos, y el conjunto a la realidad y no a los propios intereses. No está mal como reto a modo de punto de partida; en ello estamos, de so estoy seguro, aunque no sé muy bien en qué parte del ciclo - tampoco me preocupa demasiado, la verdad. Supongo que esa idea de los ciclos es lo que también justifica que siempre vuelva a Bach -- hace una hora que me he cruzado con esta grabación y todavía no me lo creo, es la sonata para violín y clave BWV 1017 tocada por Gould y Menuhin. MadreDioss, cómo suenan !!!!!

Si no conocéis la sonata, atentos a las tres voces (una es el violín, una es la mano izquierda y otra el la mano derecha del clave/piano) y al contrapunto.

Al final, va a resultar que Dios existe. Estaría bien.











Que tengáis un buen día.