domingo, 27 de septiembre de 2009

Cogiendo fuerzas



Domingo por la noche, qué pereza me da acostarme - porque sé que cuando me levante, tras dejar a los niños, toca volver al hormiguero. Me gusta llevarles a la escuela cada mañana por varias razones, todas ellas egoístas, algunas de ellas parecidas a las que tiene el soldado para hacer el amor con su amante antes de volver al frente; otras más parecidas a las que tiene el enfermo de cáncer para curarse.

En fin, cojamos fuerzas, hermanos, por ejemplo con esta joya que me acabo de encontrar en el Youtube, un auténtico un pedazo de cielo en forma de música; ¿quién dijo que Richter no supo nunca interpretar a Mozart? - ojo a los dos últimos minutos del movimiento. Tremebundo. Madre de Dios.




Miradas, caricias, penumbras y olor a cera; diría que no tengo miedo a nada - salvo a acabar acostumbrándome a los barrotes de oro.

El sueño puede sin embargo a la pereza, así que os dejo con un maravilloso motete en forma de verso de mi adorado Cortázar.

Démons et merveilles

De colinas y vientos
de cosas que se denominan para entrar
como árboles o nubes en el mundo

De enigmas revelándose en las lunas
rotas contra el aljibe o las arenas
yo he dicho y esperado

Creo que nada vale contra esta caricia
abrasadora que sube por la piel
Ni el silencio, ese desatador de sueños

Vivir
oh imagen para un ojo cortado
boca arriba perpetuo


Ya falta menos para todo. Que tengáis un buen día. La foto está tomada en las montañas del Alto Bierzo, al lado de un puente blanco que no es blanco.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Sonidos de niñez

Sonaban, de fondo, desde el salón. Casi siempre era Kempff - y siempre tocaba para mí.




Posiblemente la felicidad absoluta no es posible a partir de cierta edad, quizás ni eso. Acaso no sea sino en el mejor de los casos una tendencia, y en el peor una ilusión.

Posiblemente Dios existe. Posiblemente es diferente, y mejor de cómo nos lo pintan. Si habla, que no creo, seguro que no lo hace con palabras - sino con música.

Que tengáis un buen día.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Sobre ríos helados y bluebirds (un viernes por la noche en estado de shock)



“Frozen river" (Río helado) es una lección de lo que antes se llamaba cine de autor: un guión casi (bien digo, casi) a la altura del que escribió Arriaga para la estratosférica "21 gramos" (donde la protagonista se comía ya literalmente a la cámara de Iñárritu), formidables interpretaciones de la pareja de actrices protagonistas, y en especial de Melissa Leo, una fotografía que hubiera firmado Néstor Almendros y unos escenarios de película: en definitiva, la antítesis de la basura a la que estoy acostumbrado - por estadística, no por gusto ni por costumbre.

Unas palabras sobre ese pedazo de actriz que se llama Melissa Leo, aquí en su papel de Madre Coraje. Sobre la fuerza expresiva de sus manos, pies y rostro -madre de Dios, qué maravilla de primeros planos de arranque - y sobre todo sobre esos ojos que concentran una capacidad interpretativa, una fuerza y una belleza fuera de lo común.




La historia no tiene nada de extraordinario: una mujer abandonada por un marido adicto, con dos hijos y un hogar que se cae a pedazos, a caballo entre el estado de Nueva York y Canadá. Y el río helado que da nombre a la película. Una mujer que decide hacer cosas, a veces siguiendo a su conciencia, a veces yendo en contra de ella.




No os cuento más, solamente os aconsejo que - si no la habéis visto - veáis esta película con carácter de urgencia, antes de que salte de la cartelera, y si puede ser en V.O. Porque merece la pena. Habla de maternidad, de cómo educar a los hijos con el ejemplo, de esperanza, de amistad, de lo diferentes que somos hombre y mujeres (en detrimento de nosotros, los primeros), de frío, de pobreza y de soledad, de racismo, y de hipocresía - todo ellos con la excusa de una trama en torno al tráfico de eso que los americanos llaman "inmigrantes ilegales" (illegal aliens) en la frontera. Habla de luces frías y de almas oscuras, de amargura, de fuerza y de audacia, y de humanidad.

Por encima de todo, habla de humanidad. De lo que está bien y de lo que no está bien. De que no es cierto que a veces no podamos hacer lo que debemos. Habla del Bluebird de Bukowski al que dediqué un post.

Bluebird - Charles Bukowski

There's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say, stay in there, I'm not going
to let anybody see
you.

There's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I pur whiskey on him and inhale
cigarette smoke
and the whores and the bartenders
and the grocery clerks
never know that
he's
in there.

There's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say,
stay down, do you want to mess
me up?
you want to screw up the
works?
you want to blow my book sales in
Europe?

There's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too clever, I only let him out
at night sometimes
when everybody's asleep.
I say, I know that you're there,
so don't be
sad.

Then I put him back,
but he's singing a little
in there, I haven't quite let him
die
and we sleep together like
that
with our
secret pact
and it's nice enough to
make a man
weep, but I don't
weep, do
you?



Me repito, pero no me canso. Todos llevamos el bluebird a que se refiere el poema dentro, a veces le llamamos "la voz de la conciencia", otra veces "el niño que llevamos dentro".

Mi princesa de siete años lo oye, y me dice que a veces le hace caso y entonces está muy contenta, y otras no, y entonces está triste. Ella sabe, como el personaje de la película, que cuando canta el bluebird, hay que escuchar. Y casi siempre, hacer lo que nos pide. Y, hagamos lo que hagamos, pechar con las consecuencias.

Os dejo con música a la altura de la película, es el final de la obra maestra de Poulenc "Dialogue des Carmelites".





Que tengáis un buen día. Que no acallemos al bluebird. Y que le hagamos caso muy a menudo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Eilen Jewell - Sea of Tears (2009)



Lo prometido es deuda, y hoy hablamos de un grandísimo disco. La señorita en cuestión es originaria de Idaho, tiene 30 añitos y tendré que esperar todavía unos días para verla al natural. En las grabaciones y fotos, parece un hada buena, tipo campanilla pero en desarrollado; cuando canta, parece un ángel - no en vano nos recordaba SFB72 hace poco en su fantástico blog (hipervinculado a vuestra derecha), que la revista Mojo ha llegado a decir que “es como si una Lucinda Williams en plena forma llevara a la banda de Chris Isaak perfectamente engrasada”.

Mi idilio con esta mujer se inicia el 8 de junio de este año, día en que leo un post sobre el disco que hoy nos ocupa en el no menos fantástico blog de Rockland (también hipervinculado a vuestra derecha) y también que la mujer en cuestión vendría por estos lares tras el verano. Apuntado quedó en la agenda, y tras el paréntesis estival me puse las pilas y me agencié el disco que hoy os comento; a fecha de hoy llevo ya más de veinte escuchas del disco - y cada día me gusta más. La señorita en cuestión nos ofrece música auténtica y honesta, y bebe de las mejores raíces de la música americana. Escuchándola, te vienen a la cabeza Lucinda Williams, sí, pero también Bob Dylan, Howlin’ Wolf e incluso Billie Holiday.

Sea of Tears es su tercer disco, tras Boundary County (2005) y Letters From Sinners & Strangers (2007), y dentro de muchos años sin duda será recordado como el punto de inflexión en la carrera de esta mujer que canta desde el alma.

El disco arranca brillantemente con Rain Roll In; un tema redondo - y ojo al dato con la letra. Brillante.




Sigue Sweet Rose, suavita y sugerente y a continuación un cover del Shakin´ All Over de Johnny the Kidd and The Pirates que transforma el original en un bombazo - el vídeo promocional lo colgué el otro día, ojo a los arreglos de cuerda y a cómo toca la guitarra el señor Jerry Miller;




o aquí en directo, más bluesero:



La canción que da nombre al disco es un auténtico temazo, aquí la tenéis en directo.




Escuchando Fading Memory uno cree escuchar a la Lucinda Williams de hace quince años, y Nowhere No Time suena a cerveza, humo y carretera sin asfaltar. El intimismo de I´m Gonna Dress in Black da paso a One of Those Days y al Final Hour, y como quien no quiere la cosa doña Eilen nos va demostrando sin despeinarse y con pasmosa sencillez que en esto de la música las etiquetas son solamente etiquetas, y que el blues, el rock de los 50 y primeros 60, el soul y el jazz no son sino ramas de un tronco por el que esta mujer se mueve como una ardilla.

Tras un The Darkest Day más rockabillero y Everywhere I Go, quizás el corte más flojo, el álbum cierra con un estratosférico Codeine Arms. Señoras y señores, esta canción es una obra de arte y suena como un auténtico latigazo - vean cómo suena en directo.



Hoy estoy categórico: Sea of Tears es un disco imprescindible y Eilen Jewell está llamada a reinar en el Olimpo, donde hace tiempo que ya está por méritos propios.

Track List

1. Rain Roll In
2. Sweet Rose
3. Shakin' All Over
4. Sea Of Tears
5. Fading Memory
6. Nowhere In No Time
7. I'm Gonna Dress In Black
8. One Of Those Days
9. Final Hour
10. The Darkest Day
11. Everywhere I Go
12. Codeine Arms


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Os dejo con un poema breve que me encanta.

SECRETO (José Agustín Goytisolo)

Antes yo no sabía
por qué debemos todos
-día tras día-

seguir siempre adelante
hasta como se dice
que el cuerpo aguante.

Ahora lo sé.
Si te vienes conmigo
te lo diré.



Que tengáis un buen día

jueves, 17 de septiembre de 2009

Hormigas, personas y máscaras (desvaríos de un jueves por la noche)

La palabra "persona" se emplea hoy como sinónimo de ser humano. Sin embargo, cuando hacía la tesis doctoral aprendí que, conforme al sentido etimológico más generalmente aceptado, en la antigüedad se correspondía más bien con aquella cualidad o papel (lo que ahora llamamos un "rol") que le corresponde representar en la vida a un hombre o una mujer, en función -fundamentalmente- de su estado o su condición jurídica (capaz, incapaz, emancipado, esclavo, liberto, etc.). De hecho, en su origen el vocablo designaba la máscara que utilizaban los actores en los teatros griegos y romanos para amplificar la voz (per-sonare) y a la vez superponer el rostro del personaje al del actor o actriz que lo representaba.

Me pregunto cómo son los hombres y mujeres con los que me cruzo cada día en el hormiguero y que escogen esconderse tras sus caretas - desde luego, son mayoría; me hacen pensar en la poetisa, y a la vez protagonista de su poema.

MÁSCARA - María Clara González

Esta mañana fue difícil
colocarme la máscara
No lograba encajarla conmigo
Tal vez llegó el momento
de cambiarla.

(De "Pulso interno")


Quizás debieran dedicar algo de su tiempo a escuchar música, por ejemplo este pedazodepasotedevídeo que me acabo de encontrar en youtube - a ver si localizo el DVD en cuestión - porque cuando escuchas y ves a Marvin Gaye en estado de gracia como aquí, se te caen las caretas y las máscaras de tanto abrir la boca.

Señoras y señores, invirtamos 9 minutos de nuestra vida en zamparse de un tirón esta estratosférica grabación - yo lo haré de rodillas.



Pues nada más, salvo desearos que tengáis un buen día.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Hormigueros, hormigas, relojes y pecados (desvaríos de un lunes por la noche)

Hace ya tres semanas y un día que paso los días en el hormiguero. La reina no está, los zánganos disimulan su condición lo mejor que saben, y las obreras - con alguna excepción - no saben muy bien qué les pasa; unas lloran, otras ríen, y las más tienen la mirada perdida. Pasan el día haciendo inventarios de carencias, cuando deberían estar haciendo inventarios de bienes, o de los milagros cotidianos que llenan sus vidas. El problema es que las hormigas tienen más (yo también, así que cambio a primera persona del plural) de lo que nos hace falta, pero a menudo no nos damos cuenta porque pensamos demasiado en lo que no tenemos - o lo que no nos gusta de lo que tenemos; haríamos mejor no perdiendo el tiempo, porque no tenemos mucho.

Porque a la que cumples unos años se te hace evidente que solamente es posible aprender, amar y perdonar dejando que pase el tiempo; así que cuanto más sabemos, amamos y perdonamos, menos tiempo nos queda.

El tiempo, ese cabrón que se descojona de nosotros porque sabe que corra lo que corra nunca le cogeremos. Tic tac tic tac, se está convirtiendo en mi obsesión, en especial el que paso (prefiero pensar que no lo pierdo) en el hormiguero - menos mal que me pasa lo que al (o a la) del poema de Celaya.

Cerca y lejos - Gabriel Celaya

Más allá del pecado,
indecible, te adoro,
y al buscar mis palabras
sólo encuentro unos besos.

En el pecho, en la nuca,
te quiero.
En el cáliz secreto,
te quiero.

donde tu vientre es combo,
fugitiva tu espalda,
oloroso tu cuerpo,
te quiero.



Suena la maravillosa Eilen Jewell versionando (y mejorando) el Shakin' All Over; esta semana en cuanto pueda le dedico un post a esta mujer y a su estratosférico último disco -ya comentado por SFB hace unos días-, a quien por cierto si estáis por tierras catalanas podéis ver en directo en BCN el día 29 (Sala Apolo 2).




Nada más, salvo desearos que tengáis un buen día.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Posibles e imposibles



Pienso que un sistema que predetermina los imposibles definiéndolos a contrario sensu, se ríe de los soñadores y premia solamente al primero en dar la respuesta correcta es necesariamente perverso. Juan está de acuerdo conmigo; Pepe piensa que no son sino reflexiones de perdedor. Posiblemente Pepe no sabe que durante muchos años se pensó que era científicamente imposible que el ser humano pudiera correr la distancia de una milla terrestre (1.609 m.) en menos de cuatro minutos. Estudios científicos avalaban esta teoría, y auguraban efectos demoledores para el organismo de aquél que lo intentara.

Pero el 6 de mayo de 1954, el atleta británico Roger Bannister corrió la milla en 3:59 en las pistas de Iffley Road, en Oxford (Reino Unido). Y entonces ocurrió algo insólito: el 21 de junio de ese año, el australiano John Landy había rebajado el record a 3:58 en Turku (Finlandia), a lo largo de 1954 mismo año otros tres atletas bajaron de los cuatro minutos y a finales de 1955, eran ya veintisiete los atletas que habían corrido la milla en menos de cuatro minutos. Hoy son cientos los atletas que han demostrado lo desacertado de aquellos estudios científicos.

Y es que desde pequeños moldean nuestros cerebros de manera que se parecen mucho más al de Pepe que al de Juan, de manera que tienden a no poner en duda las verdades y dogmas que nos enseñan desde pequeños y a clasificar como imposibles cosas que no lo son. Hasta que alguien rompe los moldes, y abre la brecha - a la que luego nos apuntamos. Hoy que el planeta está cartografiado, no nos quedan más tierras que descubrir que las que llevamos dentro.

La lección: a menudo la vida de una persona no es una coincidencia, ni una consecuencia, sino un reflejo de la persona. Hace años que Machado lo dijo de otra manera (Caminante, son tus huellas el camino, y nada más / caminante, no hay camino, se hace camino al andar... /). Nada importa sino el camino que primero te marcas, y luego recorres, lo que haces y lo que te vas dejando por el camino; lo que vas decidiendo a cada instante en la medida en que puedes decidir –y en lo demás, el si te dejas llevar (y el cómo) por el río de la vida, el que te va tocando.

Suena de fondo, absolutamente estratosférico, Mike Farris.





La foto está tomada por mi hermano favorito a principios de agosto de este año en los montes del Alto Bierzo (León). Que tengáis un buen día.