De los 20 poemas de amor..., a Neruda le gustaba éste en especial. A mi también.
Poema 09 - Pablo Neruda
Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.
Casi tanto como el tercer movimiento de la sonata en si menor de Chopin. Y si lo toca Rubinstein, ni os cuento - cerrad los ojos y volad.
Hora de las velas. Que tengáis un buen día.
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jueves, 17 de junio de 2010
lunes, 11 de mayo de 2009
Secretos de supervivencia

Se apagan las estrellas,
empieza la semana;
el baile de bastones.
Cierro los ojos, que no sea verdad, dice el deseo,
abro los ojos, intento encenderlas; algo no me deja.
No, soy yo quien deja que algo no me deje.
Así que es culpa mía. Así que no puedo quejarme. Pero sí negarme.
Menos mal que me queda el Arpa Eólica.
Funciona: vuelven a brillar.
Joder, casi la cago.
Pero no: con o sin dudas, al final siempre escojo la misma pastilla,
y nunca es la azul.
(guardadme el secreto, porque hasta ahora voy conseguiendo que los muchos agentes Smith que me rodean de lunes a viernes crean -más allá de un margen duda que les es tolerable- que no es así, y de ello depende mi supervivencia, y que algún día vuelva a tocar el piano)
Que tengáis un buen día.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Cuando sangran las rodillas
Atentos a la grabación de hoy, Vladimir Horowitz toca en 1968 la primera balada de Chopin y, claro está, el Carnegie Hall entero se viene abajo.
Otro día hablaremos del Premio Cervantes de 2007, hoy me conformo con leer su poesía.
LÍMITES (Juan Gelman)
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.
Maravilloso, ¿verdad? Buen fin de semana a todos.
Otro día hablaremos del Premio Cervantes de 2007, hoy me conformo con leer su poesía.
LÍMITES (Juan Gelman)
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.
Maravilloso, ¿verdad? Buen fin de semana a todos.
jueves, 25 de septiembre de 2008
Aleteos
Chopin compuso su segundo concierto para piano y orquesta en fa menor (que fue en realidad el primero que compuso) entre 1829 y 1830, así que tenía solamente veinte años cuando lo acabó. De este concierto me gusta la forma que tiene el piano de sobrevolar, "aleteando" y haciendo de eje en torno al que gira la orquesta.
Este aleteo se acentúa en el segundo movimiento, cuya parte central es dramática y a la vez misteriosa: los trémolos de los violines se alternan con (y alteran) los pizzicati de los instrumentos graves del cuarteto; y sobre todas la cuerdas aletea el recitado del piano, a modo de voz.
De todas la versiones que circulan, destaca ésta en la que un Rubinstein muy lejos de sus años jóvenes y virtuosos nos enseña lo que significa interpretar: ese proceso lento de interiorizar la partitura, sentir como la música te inunda y te llega muy dentro, y ese abandonarse y dejar que el corazón y las entrañas guíen los dedos por las teclas y la música sale de tí. Fijaos en su expresión: no es que se haya metido en la música, es que la música se ha metido en él y fluye y es parte de él.
Os dejo con un poema que a primera vista es todo lo contrario al segundo movimiento del concierto anterior.
Desde que el alba quiso ser alba (Miguel Hernández)
Desde que el alba quiso ser alba, toda eres
madre. Quiso la luna profundamente llena.
En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y un removido abismo bajo una luz serena.
¡Qué olor a madreselva desgarrada y hendida!
¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
y sintieron vivas bruscamente las cosas.
Eres más clara. Eres más tierna. Eres más suave.
Ardes y te consumes con más recogimiento.
El nuevo amor te inspira la levedad del ave
y ocupa los caminos pausados de tu aliento.
Ríe, porque eres madre con luna. Así lo expresa
tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y el ascua repentina que te agiganta el ojo.
Ríe, que todo ríe: que todo es madre leve.
Profundidad del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.
Nunca tan parecida tu frente al primer cielo.
Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.
Pero sólo a primera vista, ¿verdad?
Que tengáis un buen día.
Este aleteo se acentúa en el segundo movimiento, cuya parte central es dramática y a la vez misteriosa: los trémolos de los violines se alternan con (y alteran) los pizzicati de los instrumentos graves del cuarteto; y sobre todas la cuerdas aletea el recitado del piano, a modo de voz.
De todas la versiones que circulan, destaca ésta en la que un Rubinstein muy lejos de sus años jóvenes y virtuosos nos enseña lo que significa interpretar: ese proceso lento de interiorizar la partitura, sentir como la música te inunda y te llega muy dentro, y ese abandonarse y dejar que el corazón y las entrañas guíen los dedos por las teclas y la música sale de tí. Fijaos en su expresión: no es que se haya metido en la música, es que la música se ha metido en él y fluye y es parte de él.
Os dejo con un poema que a primera vista es todo lo contrario al segundo movimiento del concierto anterior.
Desde que el alba quiso ser alba (Miguel Hernández)
Desde que el alba quiso ser alba, toda eres
madre. Quiso la luna profundamente llena.
En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y un removido abismo bajo una luz serena.
¡Qué olor a madreselva desgarrada y hendida!
¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
y sintieron vivas bruscamente las cosas.
Eres más clara. Eres más tierna. Eres más suave.
Ardes y te consumes con más recogimiento.
El nuevo amor te inspira la levedad del ave
y ocupa los caminos pausados de tu aliento.
Ríe, porque eres madre con luna. Así lo expresa
tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y el ascua repentina que te agiganta el ojo.
Ríe, que todo ríe: que todo es madre leve.
Profundidad del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.
Nunca tan parecida tu frente al primer cielo.
Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.
Pero sólo a primera vista, ¿verdad?
Que tengáis un buen día.
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Rubinstein
lunes, 7 de julio de 2008
Besa la espina
Es lunes, así que os regalo una joya del mejor poeta vivo de nuestro país.
VOY A HACERTE FELIZ (Antonio Gala)
Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto
que le pondrás mi nombre a la tristeza.
Mal contrastada, en tu balanza empieza
la caricia a valer menos que el llanto.
Cuánto me vas a enriquecer y cuánto
te vas a avergonzar de tu pobreza,
cuando aprendas -a solas- qué belleza
tiene la cara amarga del encanto.
Para ser tan feliz como yo he sido,
besa la espina, tiembla ante la rosa,
bendice con el labio malherido,
juégate entero contra cualquier cosa.
Yo entero me jugué. Ya me he perdido.
Mira si mi venganza es generosa.
Otra joya: Vladimir Horowitz tocando el preludio en re bemol mayor al que se le suele llamar "gotas de lluvia". Dicen las crónicas que cuando Chopin y Georges Sand llegaron a la Cartuja de Valldemossa, llovió ininterrumpidamente durante dos meses, los mismos que tardó el piano del pobre Chopin en hacer el trayecto desde Paris a Mallorca. Cuando al fin le llegó su piano, Chopin trasladó a la partitura el repiqueteo de la lluvia sobre el tejado de la Cartuja que tanto le había obsesionado a modo de terapia: no sé si es verdad, pero es plausible.
La pieza no es de una especial dificultad técnica, lo que es dificilísimo para un mortal es interpretarla como lo hace Horowitz, primero hay que saberse perfectamente la pieza, claro; pero luego viene lo extraordinario, el cerrar los ojos, el usar el pedal con mucha mesura, el sentir como la música te inunda y te llega muy dentro, y el dejar que el corazón y las entrañas te vayan guiando los dedos por las teclas; cuando tocas así, no buscas el tempo sino que lo encuentras.
Y eso es lo que hacía Horowitz, huir de la interpretación efectista e interpretar con alma y sinceridad. Como tiene que ser.
Primer encierro de los Sanfermines. Demasiada gente, pero tres o cuatro carreras de las bonitas de verdad en Estafeta.
Que tengáis una buena semana.
VOY A HACERTE FELIZ (Antonio Gala)
Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto
que le pondrás mi nombre a la tristeza.
Mal contrastada, en tu balanza empieza
la caricia a valer menos que el llanto.
Cuánto me vas a enriquecer y cuánto
te vas a avergonzar de tu pobreza,
cuando aprendas -a solas- qué belleza
tiene la cara amarga del encanto.
Para ser tan feliz como yo he sido,
besa la espina, tiembla ante la rosa,
bendice con el labio malherido,
juégate entero contra cualquier cosa.
Yo entero me jugué. Ya me he perdido.
Mira si mi venganza es generosa.
Otra joya: Vladimir Horowitz tocando el preludio en re bemol mayor al que se le suele llamar "gotas de lluvia". Dicen las crónicas que cuando Chopin y Georges Sand llegaron a la Cartuja de Valldemossa, llovió ininterrumpidamente durante dos meses, los mismos que tardó el piano del pobre Chopin en hacer el trayecto desde Paris a Mallorca. Cuando al fin le llegó su piano, Chopin trasladó a la partitura el repiqueteo de la lluvia sobre el tejado de la Cartuja que tanto le había obsesionado a modo de terapia: no sé si es verdad, pero es plausible.
La pieza no es de una especial dificultad técnica, lo que es dificilísimo para un mortal es interpretarla como lo hace Horowitz, primero hay que saberse perfectamente la pieza, claro; pero luego viene lo extraordinario, el cerrar los ojos, el usar el pedal con mucha mesura, el sentir como la música te inunda y te llega muy dentro, y el dejar que el corazón y las entrañas te vayan guiando los dedos por las teclas; cuando tocas así, no buscas el tempo sino que lo encuentras.
Y eso es lo que hacía Horowitz, huir de la interpretación efectista e interpretar con alma y sinceridad. Como tiene que ser.
Primer encierro de los Sanfermines. Demasiada gente, pero tres o cuatro carreras de las bonitas de verdad en Estafeta.
Que tengáis una buena semana.
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