sábado, 19 de diciembre de 2009

Sí, quiero (t'estim)



Hoy hace once años: maravilloso milagro, el de saber que amas y que quieres pasear por la vida de la mano de alguien, y compartir tu vida con ese alguien y sólo con ese alguien. Maravilloso regalo en tiempos de dudas el de de tener la certeza de que no te equivocas.

Durante años dejé de llevar mi alianza; hoy no sé salir a la calle sin ella. Sorpresas te da la vida, dice la canción.

Ya te lo dije una vez, por si acaso lo repito: creo en el Cielo, y si tengo que escoger entre otra vida y el Cielo, escojo el Cielo; salvo que estés tú en esa otra vida. Y si tengo que escoger entre estar contigo - aquí o donde sea, en esta vida o en otra - y el Cielo, entonces no puedo escoger el Cielo. La razón: que me pasa lo que a Antonio Vega cuando canta esta canción, que me emociono simplemente de pensar en ti.





Mi única Diosa: tú. Mi único miedo: perderte. Mi único deseo: más vida para quereros y para seguir saciando contigo mi hambre de vida, de música, y de poesía - como ésta que te dedico, que me dedico, que nos dedico.

POESÍA – Pedro Salinas

¿Tú sabes lo que eres
de mí?
¿Sabes tú el nombre?
No es el que todos te llaman,
esa palabra usada
que se dicen las gentes,
si besan o se quieren,
porque ya se lo han dicho
otros que se besaron.

Yo no lo sé, lo digo,
se me asoma a los labios
como una aurora virgen
de la que no soy dueño.
Tú tampoco lo sabes,
lo oyes. Y lo recibe
tu oído igual que el silencio
que nos llega hasta el alma,
sin saber de qué ausencias
de ruidos está hecho.

¿Son letras, son sonidos?
Es mucho más antiguo.
Lengua de paraíso,
sanes primeros, vírgenes
tanteos de los labios,
cuando, antes de los números,
en el aire del mundo
se estrenaban los nombres
de los gozos primeros.

Que se olvidaban luego
para llamarlo todo
de otro modo al hacerlo
otra vez nuevo son
para el júbilo nuevo.
En ese paraíso
de los tiempos del alma,
allí, en el más antiguo,
es donde está tu nombre.

Y aunque yo te lo llamo
en mi vida, a tu vida,
con mi boca, a tu oído,
en esta realidad,
como él no deja huella
en memoria ni en signo,
y apenas lo percibes,
nítido y momentáneo,
a su cielo se vuelve
todo alado de olvido,
dicho parece en sueños,
sólo en sueños oído.

Y así, lo que tú quieres,
cuando yo te lo diga
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decírtelo.
Porque ni tú ni yo
conocemos su nombre
que sobre mi desciende,
pasajero de labios,
huésped
fugaz de los oídos
cuando desde mi alma
lo sientes en la tuya,
sin poderlo aprender,
sin saberlo yo mismo.


Hoy sigo diciendo sí, quiero. Hoy sigo diciendo: t’estim. Que (nos) dure.

2 comentarios:

tibidabo70 dijo...

Dichoso tú que amas y eres amado.
Dichoso tú que lo sabes.
Dichoso tú que lo sientes.
Dichoso tú que crees en el Cielo.
Dichosos vosotros que sois felices con vuestro amor.

sanfreebird72 dijo...

Enhorabuena pues y por muuuuchos años.
Feliz día.
sanfreebird