domingo, 18 de octubre de 2009

Raíces, música, pecados, noches de jade y otros delirios (de un domingo por la tarde)



En mis varias parcelas de vida, me gusta rodearme de gente decente. De personas convencidas de que la verdad es la única vía. De personas que se han tomado el tiempo de constatar que vivir con arreglo a sus convicciones es algo emocionante y tierno. De personas que se plantean a cada momento la solidez de sus convicciones, dudando a cada instante de ellas y de todo en general, y a pesar de ello no vacilan en luchar por sus convicciones y de anteponerlas a cualquier cosa, incluida su propia vida.

Me gusta rodearme de personas que dudan de lo que ven sus ojos, porque a menudo tiene más sentido pensar que el verdadero sueño se produce mientras (creemos que)estamos despiertos; aunque solamente sea porque, como explicación de muchas cosas inexplicables, es la más plausible.

Supongo que el apego por la decencia y por las convicciones me viene de la falta de otras raíces que nos sean las que me proporcionan mis seres queridos. Y que el amor por la poesía y la música me viene de un cierto descreimiento que cada vez es menos pose y cada vez más algo próximo a un órgano vital. Y todo ello me lleva a la certeza de que el peor demonio lo llevamos dentro, y es el ansia de poseer, que nos lleva a la avaricia mental y material: bien pensado, debe ser uno de los pocos pecados capitales que no practico - no por nada en especial, es que no me llama.

No sé a cuento de qué viene esta reflexión, pero el caso es que han caído esta mañana en mis manos unas líneas de María Zambrano que os reproduzco:

"Comencé a cantar entre dientes por obedecer en la oscuridad absoluta que no había hasta entonces conocido, la vieja canción del agua todavía no nacida, confundida con el gemido de la que nace; el gemido de la madre que da a luz una y otra vez para acabar de nacer ella misma, entremezclado con el vagido de lo que nace, la vida parturiente. Me sentí acunada por este lloro que era también canto tan de lejos y en mí, porque nunca nada era mío del todo. ¿No tendría yo dueño tampoco?

La música no tiene dueño, pues los que van a ella no la poseen nunca. Han sido por ella primero poseídos, después iniciados. Yo no sabía que una persona pudiera ser así, al modo de la música, que posee porque penetra mientras se desprende de su fuente, también en una herida. Se abre la música sólo en algunos lugares inesperadamente, cuando errante el alma sola, se siente desfallecer sin dueño. En esta soledad nadie aparece, nadie aparecía cuando me asenté en mi soledad última; el amado sin nombre siquiera. Alguien me había enamorado allá en la noche, en una noche sola, en una única noche hasta el alba. Nunca más apareció. Ya nadie más pudo encontrarme.
"

Me gusta la idea de desvincular lo que somos de lo que tenemos. Me gusta pensar que la música, como las personas, no puede tener dueño. La pone a la altura de Dios y explica por qué, a diferencia de otras emociones, ésta no puede explicarse y sí compartirse - a poco que la escuches con alguien con quien tengas una mínima afinidad, claro.

Os dejo con dos joyas, una es Ben Webster tocando The Brute;




- la otra, Octavio Paz en estado de gracia.

REFRANES - Octavio Paz

Una espiga es todo el trigo
Una pluma es un pájaro vivo y cantando
Un hombre de carne es un hombre de sueño
La verdad no se parte
El trueno proclama los hechos del relámpago
Una mujer soñada encarna siempre en una forma amada
El árbol dormido pronuncia verdes oráculos
El agua habla sin cesar y nunca se repite
En la balanza de unos párpados el sueño no pesa
En la balanza de una lengua que delira
Una lengua de mujer que dice sí a la vida
El ave del paraíso abre las alas
Como la marejada verde de marzo en el campo
Entre los años de sequía te abres paso
Nuestras miradas se cruzan se entrelazan
Tejen un transparente vestido de fuego
Una yedra dorada que te cubre
Alta y desnuda sonríes como la catedral el día del incendio
Con el mismo gesto de la lluvia en el trópico lo has arrasado todo
Los días harapientos caen a nuestros pies
No hay nada sino dos seres desnudos y abrazados
Un surtidor en el centro de la pieza
Manantiales que duermen con los ojos abiertos
Jardines de agua flores de agua piedras preciosas de agua
Verdes monarquías

La noche de jade gira lentamente sobre sí misma.



Que tengáis un buen día.

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