Ayer alguien a quien quiero mucho me envió esta historia – gracias, jefe, con tu permiso:
Hace poco estaba yo en el aeropuerto y vi por casualidad a una madre e hija que se estaban despidiendo. Cuando anunciaron la salida del vuelo, se abrazaron y la madre dijo: “Te amo y te deseo lo suficiente”. La hija respondió: “Madre, nuestra vida juntas ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que he necesitado. También te deseo lo suficiente”.
Se saludaron con un beso y la hija partió. La madre pasó muy cerca del lugar donde yo estaba sentado y noté que necesitaba llorar. Traté de no mirarla para no invadir su intimidad pero se dirigió a mí y me preguntó: “¿Alguna vez se ha despedido de alguien sabiendo que era para siempre?” “Si, lo he hecho” –respondí; y continué: “…perdón por preguntar, pero ¿por qué esta despedida es para siempre?”
“Yo soy una mujer vieja y ella vive muy lejos de aquí. La realidad es que la próxima vez que nos veamos será en mi funeral.” Fue entonces cuando le pregunté a qué se refería cuando le decía lo de “te deseo lo suficiente”.
Esbozó una sonrisa. “Es un deseo que nos hemos transmitido de generación en generación, mis padres solían decirlo”. Hizo una pausa y miró hacia arriba como si tratara de recordarlo en detalle, luego sonrió aún más, y me dijo:
“Te deseo suficiente sol para que aprecies la lluvia”
“Te deseo suficiente lluvia para que aprecies el sol”
“Te deseo suficiente felicidad para que el mayor dolor te parezca pequeño”
“Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida te parezcan grandes”
“Te deseo suficientes ganancias para que no ansíes poseer nada material”
“Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo lo que posees”
Luego empezó a llorar y se alejó.
Me despedí en silencio de ella mientras me decía que se necesita apenas un minuto para encontrar a una persona especial, apenas una hora para apreciarla y apenas un día para amarla. Y toda una vida para olvidarla.
Suena el tercer movimiento de la tercera sinfonía de Brahms, magistralmente (uno) interpretado por una magistral (dos) Orquesta Sinfonica de Colonia magistralmente dirigida (tres) por Symeon Bychkov.
Que tengáis un buen día.
jueves, 2 de octubre de 2008
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2 comentarios:
Que historia más triste, Delamata, en verdad que me han entrado ganas de llorar, sí lo sé no paso hoy por aquí.... bonita, pero triste para mi estado de ánimo. Besos y buen finde.
Precioso.
Magistral (cuatro) se queda corto para definir tu blog.
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