Abu Muhammad Ali Ibn Hazm fue un hijo de aristócratas nacido en Córdoba hace algo más de mil años. Cortesano, visir, prisionero y religioso (por este orden), escribía estas líneas hace algo menos de mil años:
El médico, que nada sabe, me dice:
«-Cúrate, oh tú que estás enfermo.»
Pero mi dolencia nadie la sabe más que yo
y el Señor Poderoso, el Excelso Rey.
¿Cómo ocultarla si la revelan los sollozos,
que no me dejan, y el andar siempre cabizbajo,
y las huellas de la tristeza en mi rostro,
y mi cuerpo extenuado y macilento como un espectro?
Las cosas son tanto más claras
e indudables cuando los indicios son evidentes.
Por eso le digo: «-Explícate un poco,
pues, por Dios, no sabes lo que estás diciendo.»
Él contesta: «-Te veo cada día más delgado.
La enfermedad de que te quejas es consunción.»
Le digo; «-La consunción acomete los miembros,
y es una fiebre que tiene alternativas;
pero yo, por vida de Dios, no me quejo de fiebre
y tengo poco calor en mi cuerpo.»
Me dice: «-Observo que estás sobresaltado y en acecho,
pensativo y siempre silencioso.
Creo que es melancolía. Mira
por ti, pues es cosa molesta.»
Le digo: «-Tu razonamiento es absurdo.
¡Qué dices de las lágrimas que corren de mis ojos?»
Se quedó cabizbajo y de una pieza con lo que vio.
¡Cómo no ha de quedar atónito frente a esto un hombre listo?
Le digo: «-Mi enfermedad procede de lo que me remediaría.
¿No se extravían ante esto las inteligencias?
Y la prueba de lo que digo es palmaria;
las ramas de una planta si se invierten se tornan raíces,
y contra el veneno de las víboras no hay más triaca
que garantice la curación de las picaduras que ese mismo veneno.»
No puedo sino sonreir. Como dijo alguien, la culpa siempre es del hombre que sueña, no del que siente.
Hablando de sueños y sentimientos, Jaroussky borda en la grabación este aria escrita por el maestro de los mejores castrati que ha dado la historia - Caffarelli, Senesino y Farinelli -, Nicola Porpora.
Que tengáis un buen día.
lunes, 8 de junio de 2009
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