viernes, 6 de marzo de 2009

Saciando los sentidos

Vuelvo descansado, más enamorado y mucho más vivo. Para combatir los efectos del reingreso en la civilización, nada mejor que sentir el aliento de la maravillosa Angela Gheorghiu cantando el Vissi d'arte, de la ópera Tosca de Puccini a la suave luz de una vela.



Hace menos de una semana pensaba en este poema mientras Laia nos enseñaba el edificio de la fundación donde da clases a los "niños de la estación" - son niños de la calle que sobreviven en las calles de Delhi; a menudo viven en las estaciones de tren, por razones de pura supervivencia.

Oda a la pobreza - Pablo Neruda

Cuando nací,
pobreza,
me seguiste,
me mirabas
a través
de las tablas podridas
por el profundo invierno.
De pronto
eran tus ojos
los que miraban desde los agujeros.
Las goteras,
de noche, repetían
tu nombre y tu apellido
o a veces
el salto quebrado, el traje roto,
los zapatos abiertos,
me advertían.
Allí estabas
acechándome
tus dientes de carcoma,
tus ojos de pantano,
tu lengua gris
que corta
la ropa, la madera,
los huesos y la sangre,
allí estabas
buscándome,
siguiéndome,
desde mi nacimiento
por las calles.

Cuando alquilé una pieza
pequeña, en los suburbios,
sentada en una silla
me esperabas,
o al descorrer las sábanas
en un hotel oscuro,
adolescente,
no encontré la fragancia
de la rosa desnuda,
sino el silbido frío
de tu boca.
Pobreza,
me seguiste
por los cuarteles y los hospitales,
por la paz y la guerra.
Cuando enfermé tocaron
a la puerta:
no era el doctor, entraba
otra vez la pobreza.
Te vi sacar mis muebles
a la calle:
los hombres
los dejaban caer como pedradas.
Tú, con amor horrible,
de un montón de abandono
en medio de la calle y de la lluvia
ibas haciendo
un trono desdentado
y mirando a los pobres
recogías
mi último plato haciéndolo diadema.
Ahora,
pobreza,
yo te sigo.
Como fuiste implacable,
soy implacable.
Junto
a cada pobre
me encontrarás cantando,
bajo
cada sábana
de hospital imposible
encontrarás mi canto.
Te sigo,
pobreza,
te vigilo,
te acerco,
te disparo,
te aislo,
te cerceno las uñas,
te rompo
los dientes que te quedan.
Estoy
en todas partes:
en el océano con los pescadores,
en la mina
los hombres
al limpiarse la frente,
secarse el sudor negro,
encuentran
mis poemas.
Yo salgo cada día
con la obrera textil.
Tengo las manos blancas
de dar pan en las panaderías.
Donde vayas,
pobreza,
mi canto
está cantando,
mi vida
está viviendo,
mi sangre
está luchando.Angela Gheorghiu
Derrotaré
tus pálidas banderas
en donde se levanten.
Otros poetas
antaño te llamaron
santa,
veneraron tu capa,
se alimentaron de humo
y desaparecieron.
Yo te desafío,
con duros versos te golpeo el rostro,
te embarco y te destierro.
Yo con otros,
con otros, muchos otros,
te vamos expulsando
de la tierra a la luna
para que allí te quedes
fría y encarcelada
mirando con un ojo
el pan y los racimos
que cubrirá la tierra
de mañana.


No puedo dejar de repetirlo: "mi canto está cantando / mi vida está viviendo / mi sangre está luchando". Alguien dijo que un viaje es como una vida que nos es ofrecida en el interior de la otra. Prefiero pensar que cada viaje es uno de esos sueños en los que sueñas que sueñas. Estos días atrás he soñado que saciaba mi particular sed de absoluto a través de los sentidos, los cinco y alguno más que intuyo pero no os sé nombrar: o quizás es que no me atrevo.

Que tengáis un buen fin de semana.