lunes, 23 de junio de 2008

Quizás mas adelante...



Eduardo me ha regalado esta mañana este cuento maravilloso- muchas gracias, Eduardo; con tu permiso, sigo con la cadena.

La tienda de la Verdad

El hombre esta sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían.

Entró. Se acercó a la señorita que estaba en el primer mostrador y preguntó: “Perdón, ¿esta es la tienda de la verdad?

- Sí señor. ¿Qué tipo de verdad está buscando? ¿Verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa?

Así que allí vendían verdad. Nunca se había imaginado que ello era posible. Llegar a un lugar y llevarse la verdad era maravilloso.

- Verdad completa; contestó el hombre sin dudarlo. “Estoy tan cansado de mentiras y falsificaciones” pensó. “No quiero más engaños ni fraudes”

- ¡Verdad plena!; ratificó.

- Bien, señor, sígame.

La señorita acompañó al cliente a otro sector, y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo: “El señor le atenderá”

El vendedor se acercó y esperó a que el hombre hablara.

- Vengo a comprar la verdad completa.

- Ajá. Perdone. Pero ¿el señor sabe el precio?

- No. ¿Cuál es? Contestó rutinariamente. En realidad, estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.

- Si usted se la lleva –dijo el vendedor- el precio es que nunca volverá a estar en paz.

Un escalofrío recorrió la espalda del hombre. Nunca se había imaginado que el precio fuera tan alto.

- Gra…gracias…Disculpe…- balbuceó.

Dio la vuelta y salió de la tienda mirando al suelo. Se sintió un poco triste al darse cuenta que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras en las que encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.

“Quizá más adelante”, pensó.


Suena Rubinstein interpretando la "Campanella".



Que tengáis un buen día.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jurl! Me he quedado pensando.

Ginebra dijo...

¡maravilloso! aplausos para Eduardo y para tí (que nos lo has mostrado). Es cierto, no estamos preparados para una verdad completa, necesitamos pequeñas mentiras que nos hagan felices, que nos "suban la autoestima", que nos animen o que nos hagan sentirnos menos solos. Yo las llamo mentiras de azúcar (como pequeños azucarillos) no cuestan demasíado y nos hacen felices.
Pero sólo las pequeñas mentiras, las de tamaño medio y grande hay que rechazarlas. ¿no crees?

Camille Stein dijo...

estoy con Ginebra, esas pequeñas mentiras traen felicidad

excelente texto, enhorabuena

:)

DELAMATA67 dijo...

Es complicado, ¿verdad? Verdad, mentira, el bien, el mal, qué peligrosos son los absolutos.
Me alegro de veros a los tres.