jueves, 30 de abril de 2009

Sonrisas y lágrimas

Ayer tuve que decirle a tres colaboradoras de nuestro equipo que les cambiábamos su puesto de trabajo por un cheque. Lo había hecho antes, pero siempre por motivos justificados que tenían que ver con su calidad como persona, o con su actitud, o con su trabajo; ayer era diferente, la razón no tenía que ver con la persona sino con la falta de trabajo y con la supervivencia misma del equipo. Hacía muchos años que no estaba tan jodido.

Hoy, una de ellas nos ha escrito un email de despedida que querría leeros. Dice así:

"Hola a todos,

Como muchos ya sabéis, hoy es mi último día en el despacho. He intentado despedirme de todos en persona, aunque no lo he logrado, y por eso no me quería ir sin dedicaros unas palabras. Durante este añito he vivido momentos muy bonitos con todos vosotros; hemos trabajado duro y también nos hemos reído... ¡¿qué más se puede pedir?! Quiero agradeceros la confianza que pusísteis en mi para hacerme un hueco en un gran despacho como este, primero como becaria, y luego de junior. Me ha encantado trabajar aquí y sentirme parte del equipo! A pesar de irme, me llevo los mejores recuerdos posibles, y el inicio de un largo proceso de aprendizaje que acaba de empezar. ¡Nunca os olvidaré!

Un abrazo enorme,"


Rayos de luz en forma de sonrisas y de lágrimas, lecciones de entereza y una demostración empírica de que merece la pena seguir primando la calidad humana por encima de otros valores a la hora de seleccionar un equipo. Va a resultar que no estamos en matrix. Un abrazo enorme también para tí, Irene. No te puedo dar trabajo, pero sí cualquier otra cosa que esté en mi mano. Ojalá sigamos viéndonos, ojalá podamos volver a trabajar juntos algún día.

Suena la poesía en prosa de Dulce María Loynaz:

Poema XII

Yo guardaré para ti las últimas rosas...

Porque no hayas sembrado, no tengas miedo de encontrar la casa vacía. Porque no la cerraste para la tormenta, no pienses que otros no pondrán su pecho contra el viento.

Ninguno firme como el tuyo cuando quiso serlo, pero con el huracán a la puerta, todos sabremos reforzarla.

Yo salvaré la casa y el jardín: yo recogeré todo lo que aún es digno de guardarse, menos, quizá, de lo que cabe en el hueco de mis manos... Pero yo guardaré para ti las últimas rosas, y cuando tú vuelvas y veas mi casa sin luz, mi jardín devastado, piensa con una lánguida emoción que todavía hay rosas para ti
.

Suena también Tom Waits, cómo no, más poesía en prosa.




Que tengáis un buen fin de semana.

1 comentario:

TONI dijo...

A pesar de no conocerla y ser un desconocido para ella, me permito desearle mucha suerte a Irene.