miércoles, 7 de enero de 2009

Soñar sin dormir

Ya han pasado lo que solemos llamar "las fiestas", con cierto alivio constato que volvemos a la rutina y también a tener (algo de) tiempo para soñar sin dormir. Ayer por la mañana se produjo el siguiente diálogo:

Hijo - Papá, cuando sea mayor no quiero casarme con nadie. Prefiero quedarme a vivir contigo y cuidarte.

Padre (sonriendo) - Me parece muy bien, guapo, aunque...

Hijo - Y cuando te mueras...

Padre - ...()...

Hijo - ...querré morirme contigo. Porque no quiero dejarte solo, quiero estar siempre contigo.


Así es mi príncipe, el que hace unos meses en la serenidad de los minutos lentos del mes de agosto me decía con los ojos que tenía miedo a vivir, el que me mira a los ojos y me obliga a ser mejor persona para parecerme a la imagen que tiene de su padre, esa persona tan especial por el que sin dudarlo ni una fracción de segundo daría mi vida.

En su honor, el contratenor Philippe Jaroussky canta el aria "Vedrò con mio diletto" de la ópera Il Giustino de Antonio Vivaldi (Vedrò con mio diletto / l'alma dell'alma mia, / dell'alma mia, / Il core del mio cor, / pien di contento, / pien di contento / E se del caro oggetto / lungi convien che sia, / sospirero penando / ogni momento. ...). La calidad de la grabación no es desde luego ejemplar, pero es la mejor interpretación de este aria que he encontrado en youtube - dejad lo que estéis haciendo, subid sin miedo el volumen de los altavoces, cerrad los ojos y pensad en algún ser querido.




También en honor de mi príncipe, dos de las SIETE CANTIGAS DE MÁS ALLÁ, de José Ángel Valente.

II Anhelo.

El verbo crea el movimiento
de la luz en el fondo
de las amargas aguas.

Mañana,
no poses todavía
tus pájaros dorados
sobre mi pecho herido.

IV El verbo.

Recomponer el mundo
para ir añadiendo
sobre una muerte otra
hasta alcanzar el tiempo
que se va por el ojo
de la luz del puente.

Banderas sumergidas.
Noche
y soledad.
Palpita el verbo.



Hay cosas de las que no podemos huir. Del dolor, por ejemplo. Del amor, también. De la vida sí, de la muerte no. Vivimos cada día -instinto de supervivencia, intuyo- confiando en que mañana veremos otra vez el sol, pero pienso que podría morir ahora mismo, mientras tecleo esta entrada. Si fuera así, esta mañana le habría dado el último beso a mi príncipe. Si fuera así, esta mañana habría sido la última vez que le habría dicho: te quiero; no lo pensaba cuando lo he hecho, lo hago a diario, supongo que no es sino un gesto egoísta que persigue calentarse con el brillo de sus ojos, algo cercano -de nuevo- al instinto de supervivencia.

Si fuera así, un segundo antes de cerrar los ojos para siempre me arrepentiría de no haber dicho o hecho un par de cosas esta mañana. A ver si no me pasa más.

Que tengáis un buen día. Que soñéis mucho sin dormir.

3 comentarios:

tibidabo70 dijo...

Con un príncipe así se puede ir al final del mundo mundial. Enhorabuena por él y por ti.
...Pero también tienes una princesa: eso para otro día.

Ginebra dijo...

pués menudo regalo de Reyes o del día después te ha hecho tu principito... precioso. Besos de buenas noches.

TONI dijo...

Me saco el sombrero (y eso que no llevo...), qué facilidad para describir los sentimientos... me identifico al 100% con este post. Con tu permiso, se lo enseñaré a mi mujer, es precioso, seguro que le encantará.

Estoy por producirte un libro de poemas, un ensayo o lo que te venga en gana!

Por cierto, mi blog ya no existe, no tenía tiempo de actualizar, me rallé y me lo cargué... pero seguiré pasando por mis blogs favoritos (éste es uno!) para disfrutar con vuestros posts!